LA CELULITIS
El término celulitis fue acuñado por los doctores Alquier y
Pavot, en 1920, para designar lo que se creía un proceso inflamatorio del
tejido celular subcutáneo. Posteriormente se ha podido comprobar que dicho
término, que etimológicamente significa “inflamación de la célula”, no se
corresponde con la realidad.
La celulitis es una alteración del tejido conjuntivo que
supone una acumulación anormal de agua y toxinas en el tejido subcutáneo,
provocado por la ralentización del drenaje linfático, hipertrofia de las
células adiposas, y finalmente esclerosis.
Según las investigaciones llevadas a cabo por diversos
autores, se han propuesto diversos nombres tales como lipodistrofia,
esteatometría, paniculosis, paniculopatía edematodegenerativa esclerótica,
fibroedema geloide subcutáneo. Sin embargo, dada la amplia utilización del
término “celulitis”, ninguno de estos ha conseguido desplazarlo.
El tejido conjuntivo es el que se encuentra más extendido en el cuerpo y
representa el tejido de sostén de todos los órganos. Como su nombre indica,
tiene la función de conectar y unir diferentes estructuras, favorecer el
deslizamiento entre los músculos y a través de él se producen intercambios de
oxigeno-dióxido de carbono, sustancias nutritivas y eliminación de residuos
tóxicos.
Está constituido por células (histiocitos, fagocitos,
mastocitos y adipocitos), fibras (elásticas, colágenas y reticulares) y por
sustancia fundamental. Por el transcurren vasos sanguíneos (arterias y venas) y
nervios. De esta forma, se comprende que la celulitis dificulta todos los
intercambios a nivel orgánico, lo que provoca la aparición de una patología
asociada a ella.
En todas las celulitis se produce un cierto grado de
enlentecimiento circulatorio de la zona, una disminución de los intercambios
metabólicos y sobrecarga de los adipocitos, con endurecimiento de las fibras.
Además, hay una compresión de las terminaciones vasculares y nerviosas que se
traduce en la formación de un tejido compacto y fibroso, conocidos como
“nódulos celulíticos”, que dan aspecto de piel de naranja.
Hay dos fenómenos principales que ocurren en la formación
del tejido celulítico:
·
Hiperviscosidad
de la sustancia fundamental del tejido conjuntivo por hiperpolimerización
(asociación de un número más o menos grande de unidades químicas) de sus mucopolisacáridos
(compuesto del tejido conjuntivo con una elevada concentración de azúcares).
Al aumentar la viscosidad, aumenta la
retención hídrica, lo que se traduce en un incremento de la presión del tejido
conjuntivo que dificulta el intercambio de sustancias a través del mismo,
reteniendo sales y sustancias de desecho del metabolismo celular. También
aumenta la presión osmótica y por tanto la hidrofilia del tejido conjuntivo.
Este aumento de presión, comprime los conductos
sanguíneos y linfáticos, produciendo una mala circulación y deficiente drenaje,
lo que se traduce en la aparición de un proceso edematoso.
·
Hipertrofia
de las células adiposas, debida a la sobrecarga de triglicéridos. Toda la
sustancia plasmática, que normalmente es reabsorbida, se va acumulando y es la
causante de alteraciones en las células adiposas. Éstas, se hallan rodeadas de
fibras reticulares, que sufren hiperplasia e hipertrofia, es decir, aumentan de
tamaño y grosor formando auténticas redes que dificultan aún más el drenaje del
tejido conjuntivo, dando origen a los micronódulos encapsulados en redes de
fibras, que conforman un macronódulo que puede ser palpado y visto en relieve
bajo la piel al pellizcarla o a simple vista en celulitis avanzadas.
TIPOS DE CELULITIS
Según su consistencia:
Dura: al efectuar un pellizcamiento
aparece la típica piel de naranja, pero con un aspecto rígido, como una masa
compacta, debido a la adherencia entre los planos superficiales y profundos.
La capa epidérmica es delgada, de aspecto seco y rugoso a causa de la insuficiente oxigenación y nutrición por la compresión de los vasos sanguíneos y linfáticos. Se produce una ruptura de las fibras elásticas por la distensión y la aparición de grietas de color rojizo o blanco.
La capa epidérmica es delgada, de aspecto seco y rugoso a causa de la insuficiente oxigenación y nutrición por la compresión de los vasos sanguíneos y linfáticos. Se produce una ruptura de las fibras elásticas por la distensión y la aparición de grietas de color rojizo o blanco.
Se encuentra principalmente en mujeres jóvenes y de musculatura desarrollada, que tienen los tejidos firmes y bien tonificados, sin edema, circunstancia que dificulta su reconocimiento. También puede encontrarse en personas obesas que tienen el proceso celulítico muy localizado.
Se aprecia el balanceo de la masa celulítica
al efectuar movimientos y tiende a ocupar grandes zonas, flotando entre la piel
y los músculos en forma de pliegues y bultos flácidos. Se observa piel de
naranja a simple vista.
En estos casos se dan con frecuencia
varices y varicosidades, equimosis y edemas blandos con abundante retención de
líquidos. Van acompañados de síntomas como fatiga permanente, debilidad,
mareos, tendencia a la hipotensión, nerviosismo e insomnio.
Edematosa: es de rápida aparición y se caracteriza por una marcada incapacidad funcional que dificulta la movilidad del paciente, siendo incluso dolorosa. El signo de piel de naranja se manifiesta desde el principio del proceso y se encuentra en pacientes de todas las edades, aunque es más frecuente en adolescentes y jóvenes.
Se la distingue por presentar unas piernas
muy gruesas, desproporcionadas con el resto del cuerpo, un andar torpe y
pesado. Se agrava durante la menopausia. Se caracteriza por un importante edema
que se produce en la zona celulítica y afecta sobre todo a miembros inferiores.
Asociada frecuentemente a problemas circulatorios.
Mixta:
los tres tipos anteriores, casi nunca se presentan de forma pura. Se pueden
presentar pacientes, por ejemplo, con celulitis dura en la cara externa del
muslo y celulitis blanda y edematosa en la parte interna del muslo. Otro
ejemplo, sería un paciente con celulitis dura o edematosa en las piernas y
blanda en el abdomen. Incluso se pueden dar casos de distintos tipos de
celulitis en la misma zona.
Según su localización:
Localizada:
la forma más conocida en la localización en los miembros inferiores; muslos,
caderas y región glútea, dando lugar a la denominación “pantalón de montar”, o
incluso en rodillas y tobillos. Suele ir acompañada de hiperlordosis. También
se puede localizar en la región cervical (por un problema postural), brazos,
abdomen y región lumbosacra.
Generalizada:
aparece casi exclusivamente en personas obesas y desde la pubertad.
Objetivos de un tratamiento anticelulítico:
El objetivo del tratamiento en todos los casos irá
encaminado a disminuir la carga sobre las estructuras del tejido conjuntivo,
reduciendo el tamaño de las células grasas mediante la observación de la
calidad e idoneidad de los componentes de la dieta y el ejercicio; bien
dirigido y adaptado a las características personales del sujeto y su
morfología, tendrá acción tanto sobre el acondicionamiento de la célula grasa
como sobre la circulación sanguínea y linfática de todo el organismo, lo que
reanudará positivamente la descarga toxémica del tejido conjuntivo.
La mejora de la microcirculación de la zona afectada y la
potenciación de la integridad de las estructuras del tejido, son otros aspectos
ineludibles a tener en cuenta en la consecución de un tratamiento profesional
bien realizado, que proporcione al cliente resultados mesurables y perdurables.
El éxito de un tratamiento anticelulítico, debe pasar necesariamente por el compromiso del cliente de observar las pautas alimentarias y el ejercicio físico adecuado a sus características y la aplicación por parte del profesional de la estética de un método cosmético idóneo, cuyos efectos se verían aumentados por el uso de aparatología estética.
El éxito de un tratamiento anticelulítico, debe pasar necesariamente por el compromiso del cliente de observar las pautas alimentarias y el ejercicio físico adecuado a sus características y la aplicación por parte del profesional de la estética de un método cosmético idóneo, cuyos efectos se verían aumentados por el uso de aparatología estética.
La reciente aparición en el mercado de los equipos de
estética, que suman los efectos a la eletroterapia y la termoterapia, pueden
ser de inestimable ayuda en el combate contra la celulitis, gracias a la acción
conjunta.
En próximas entradas profundizaremos más en todas las posibilidades que nos ofrece el uso de aparatología estética para el tratamiento de la celulitis (desde los métodos más tradicionales hasta las técnicas más novedosas) así como en otras técnicas estéticas, como el masaje y las técnicas hidrotermales.
En próximas entradas profundizaremos más en todas las posibilidades que nos ofrece el uso de aparatología estética para el tratamiento de la celulitis (desde los métodos más tradicionales hasta las técnicas más novedosas) así como en otras técnicas estéticas, como el masaje y las técnicas hidrotermales.