miércoles, 28 de junio de 2017

LA CELULITIS


El término celulitis fue acuñado por los doctores Alquier y Pavot, en 1920, para designar lo que se creía un proceso inflamatorio del tejido celular subcutáneo. Posteriormente se ha podido comprobar que dicho término, que etimológicamente significa “inflamación de la célula”, no se corresponde con la realidad.
La celulitis es una alteración del tejido conjuntivo que supone una acumulación anormal de agua y toxinas en el tejido subcutáneo, provocado por la ralentización del drenaje linfático, hipertrofia de las células adiposas, y finalmente esclerosis.

Resultado de imagen de celulitisSegún las investigaciones llevadas a cabo por diversos autores, se han propuesto diversos nombres tales como lipodistrofia, esteatometría, paniculosis, paniculopatía edematodegenerativa esclerótica, fibroedema geloide subcutáneo. Sin embargo, dada la amplia utilización del término “celulitis”, ninguno de estos ha conseguido desplazarlo.


El tejido conjuntivo es el que se encuentra más extendido en el cuerpo y representa el tejido de sostén de todos los órganos. Como su nombre indica, tiene la función de conectar y unir diferentes estructuras, favorecer el deslizamiento entre los músculos y a través de él se producen intercambios de oxigeno-dióxido de carbono, sustancias nutritivas y eliminación de residuos tóxicos.

Está constituido por células (histiocitos, fagocitos, mastocitos y adipocitos), fibras (elásticas, colágenas y reticulares) y por sustancia fundamental. Por el transcurren vasos sanguíneos (arterias y venas) y nervios. De esta forma, se comprende que la celulitis dificulta todos los intercambios a nivel orgánico, lo que provoca la aparición de una patología asociada a ella.

En todas las celulitis se produce un cierto grado de enlentecimiento circulatorio de la zona, una disminución de los intercambios metabólicos y sobrecarga de los adipocitos, con endurecimiento de las fibras. Además, hay una compresión de las terminaciones vasculares y nerviosas que se traduce en la formación de un tejido compacto y fibroso, conocidos como “nódulos celulíticos”, que dan aspecto de piel de naranja.


Hay dos fenómenos principales que ocurren en la formación del tejido celulítico:

·         Hiperviscosidad de la sustancia fundamental del tejido conjuntivo por hiperpolimerización (asociación de un número más o menos grande  de unidades químicas) de sus mucopolisacáridos (compuesto del tejido conjuntivo con una elevada concentración de azúcares).

Al aumentar la viscosidad, aumenta la retención hídrica, lo que se traduce en un incremento de la presión del tejido conjuntivo que dificulta el intercambio de sustancias a través del mismo, reteniendo sales y sustancias de desecho del metabolismo celular. También aumenta la presión osmótica y por tanto la hidrofilia del tejido conjuntivo.
Este aumento de presión, comprime los conductos sanguíneos y linfáticos, produciendo una mala circulación y deficiente drenaje, lo que se traduce en la aparición de un proceso edematoso.

·         Hipertrofia de las células adiposas, debida a la sobrecarga de triglicéridos. Toda la sustancia plasmática, que normalmente es reabsorbida, se va acumulando y es la causante de alteraciones en las células adiposas. Éstas, se hallan rodeadas de fibras reticulares, que sufren hiperplasia e hipertrofia, es decir, aumentan de tamaño y grosor formando auténticas redes que dificultan aún más el drenaje del tejido conjuntivo, dando origen a los micronódulos encapsulados en redes de fibras, que conforman un macronódulo que puede ser palpado y visto en relieve bajo la piel al pellizcarla o a simple vista en celulitis avanzadas.

Imagen relacionada
                                                                                                                                                    

TIPOS DE CELULITIS


Según su consistencia:

           Dura: al efectuar un pellizcamiento aparece la típica piel de naranja, pero con un aspecto rígido, como una masa compacta, debido a la adherencia entre los planos superficiales y profundos.
Resultado de imagen de celulitis dura La capa epidérmica es delgada, de aspecto seco y rugoso a causa de la insuficiente oxigenación y nutrición por la compresión de los vasos sanguíneos y linfáticos. Se produce una ruptura de las fibras elásticas por la distensión y la aparición de grietas de color rojizo o blanco.

Se encuentra principalmente en mujeres jóvenes y de musculatura desarrollada, que tienen los tejidos firmes y bien tonificados, sin edema, circunstancia que dificulta su reconocimiento. También puede encontrarse en personas obesas que tienen el proceso celulítico muy localizado.


      Blanda: debido a un tono muscular bajo y a unos tejidos blandos, se producen deformaciones en el contorno a la menor presión, de manera que la zona afectada adopta distintas formas y aspectos según la posición del paciente.

Imagen relacionadaSe aprecia el balanceo de la masa celulítica al efectuar movimientos y tiende a ocupar grandes zonas, flotando entre la piel y los músculos en forma de pliegues y bultos flácidos. Se observa piel de naranja a simple vista.

En estos casos se dan con frecuencia varices y varicosidades, equimosis y edemas blandos con abundante retención de líquidos. Van acompañados de síntomas como fatiga permanente, debilidad, mareos, tendencia a la hipotensión, nerviosismo e insomnio.


Edematosa: es de rápida aparición y se caracteriza por una marcada incapacidad funcional que dificulta la movilidad del paciente, siendo incluso dolorosa. El signo de piel de naranja se manifiesta desde el principio del proceso y se encuentra en pacientes de todas las edades, aunque es más frecuente en adolescentes y jóvenes.
Imagen relacionadaSe la distingue por presentar unas piernas muy gruesas, desproporcionadas con el resto del cuerpo, un andar torpe y pesado. Se agrava durante la menopausia. Se caracteriza por un importante edema que se produce en la zona celulítica y afecta sobre todo a miembros inferiores. Asociada frecuentemente a problemas circulatorios.


Resultado de imagen de celulitis blanda      Mixta: los tres tipos anteriores, casi nunca se presentan de forma pura. Se pueden presentar pacientes, por ejemplo, con celulitis dura en la cara externa del muslo y celulitis blanda y edematosa en la parte interna del muslo. Otro ejemplo, sería un paciente con celulitis dura o edematosa en las piernas y blanda en el abdomen. Incluso se pueden dar casos de distintos tipos de celulitis en la misma zona.




Según su localización:


       Localizada: la forma más conocida en la localización en los miembros inferiores; muslos, caderas y región glútea, dando lugar a la denominación “pantalón de montar”, o incluso en rodillas y tobillos. Suele ir acompañada de hiperlordosis. También se puede localizar en la región cervical (por un problema postural), brazos, abdomen y región lumbosacra.

     Generalizada: aparece casi exclusivamente en personas obesas y desde la pubertad.


Objetivos de un tratamiento anticelulítico:


El objetivo del tratamiento en todos los casos irá encaminado a disminuir la carga sobre las estructuras del tejido conjuntivo, reduciendo el tamaño de las células grasas mediante la observación de la calidad e idoneidad de los componentes de la dieta y el ejercicio; bien dirigido y adaptado a las características personales del sujeto y su morfología, tendrá acción tanto sobre el acondicionamiento de la célula grasa como sobre la circulación sanguínea y linfática de todo el organismo, lo que reanudará positivamente la descarga toxémica del tejido conjuntivo.
Imagen relacionadaResultado de imagen de ejercicios para la celulitis
La mejora de la microcirculación de la zona afectada y la potenciación de la integridad de las estructuras del tejido, son otros aspectos ineludibles a tener en cuenta en la consecución de un tratamiento profesional bien realizado, que proporcione al cliente resultados mesurables y perdurables.

El éxito de un tratamiento anticelulítico, debe pasar necesariamente por el compromiso del cliente de observar las pautas alimentarias y el ejercicio físico adecuado a sus características y la aplicación por parte del profesional de la estética de un método cosmético idóneo, cuyos efectos se verían aumentados por el uso de aparatología estética.


La reciente aparición en el mercado de los equipos de estética, que suman los efectos a la eletroterapia y la termoterapia, pueden ser de inestimable ayuda en el combate contra la celulitis, gracias a la acción conjunta. 

En próximas entradas profundizaremos más en todas las posibilidades que nos ofrece el uso de aparatología estética para el tratamiento de la celulitis (desde los métodos más tradicionales hasta las técnicas más novedosas) así como en otras técnicas estéticas, como el masaje y las técnicas hidrotermales.

miércoles, 21 de junio de 2017

LA ENERGÍA Y EL CULTIVO DEL HARA


Dos principios básicos


Hablaremos para empezar de los dos principios básicos en los que se basa la terapéutica y la filosofía oriental, expresados ya por escrito en épocas tan remotas como la primera mitad del primer milenio antes de Cristo, en el I Ching y el tratado de filosofía oriental Tao Te Ching (Siglo IV a.C. ).
Sus implicaciones terapéuticas se expresan detalladamente en el Nei Ching o Tratado de Medicina Interna del Emperador Amarillo, que todavía hoy en día constituye un texto fundamental para todas las artes curativas de Oriente; estos principios son:

Imagen relacionada1. El principio dinámico del Yin y el Yang: éstas son simplemente palabras para expresar las dos caras de la Unidad, las fuerzas opuestas pero complementarias que encontramos en todo ser y en todo proceso.

Las manifestaciones más primarias son el cielo o espacio, el día o la luz (Yang) y la tierra o forma, la noche y la oscuridad (Yin). El Yin y el Yang no existen independientemente, la existencia del uno lleva necesariamente a la existencia del otro, igual que no se podría concebir la luz sin la existencia de la oscuridad.

Todas las cosas contienen ambas fuerzas, aunque puede que una predomine más que la otra. Nuestra vida llena de actividad y ocupaciones, tiene una fuerza predominantemente Yang (activa, enérgica); sin embargo, cuando nos relajamos y tenemos más tiempo para la tranquilidad, la fuerza dominante es Yin (pasiva, receptiva). Lo ideal es conseguir un equilibrio entre ambas fuerzas.

Si observamos el símbolo, vemos que no es estático, sino que muestra un cambio rítmico  y fluido. El Yin, simbolizado por la porción negra, representa lo pasivo, receptivo, flexible, oscuro y frío. El Yang, representado en la porción blanca, simboliza lo activo, enérgico, firme, brillante y cálido.

La vida es un fluir constante de una naturaleza rítmica; la noche sigue al día, las estaciones cambian, las mareas suben y bajan, y también nosotros cambiamos desde el sueño nocturno a la actividad del día.


2. El principio del Ki, o energía vital: entre el Yin y el Yang se crea una vibración muy sutil, etérea y elevada, que constituye la energía básica del Universo, la fuerza vital. Tal fuerza se denomina Ki (Japón), Chi (China), Prana (India) y biolplasma o energía vital en la moderna ciencia occidental.

El Ki está en nuestro interior y a nuestro alrededor, siempre cambiante y seguidor de las leyes naturales del Yin y el Yang; es la energía vital que nos mantiene y nos alimenta. La energía precede a la materia de la misma manera que el pensamiento precede a la acción. La fuerza Yin, la fuerza Yang y la fuerza Ki crean todo lo demás.

Cuando los seres vivos ingieren comida, sus órganos descomponen los alimentos en unidades más sencillas, de modo que los elementos nutritivos (hidratos de carbono, proteínas, vitaminas, azúcares, minerales, agua) puedan utilizarse en las miles de reacciones químicas internas que mantienen la vida. De modo similar, los seres vivos absorben el ki del Universo, mediante la respiración, o de la tierra, mediante los alimentos, y combinan ambos para formar la energía vital.

El Ki fluye tanto externa como internamente (bajo la piel, en los tejidos internos y en los órganos) a través de caminos definidos y ordenador que cruzan el cuerpo, denominados meridianos y canales. Los tratados afirman que la salud y la felicidad abundan cuando el Ki fluye libremente por estos canales de modo constante y ordenado, sin que haya demasiada actividad (Yang) o pasividad (Yin). El Ki, por tanto, vitaliza todas las células, tejidos, órganos y sistemas del organismo, integrando su funcionamiento.
Los puntos de Acupuntura son, desde el punto de vista tradicional, aquellos en los que sale a la superficie del cuerpo el flujo del Ki, actuando a modo de amplificadores que transportan la energía de un punto a otro.


Darse cuenta del Hara

En nuestro cuerpo, el gran centro de la armonía entre el Ki, el Yin y el Yang es el hara, localizado aproximadamente a dos dedos por debajo del ombligo y en el interior del cuerpo, siendo el centro de la energía vital. 

Resultado de imagen de ki meridian
En el hara reside la clave de la salud radiante de los antiguos sabios y, cuando se cultiva, se crea un gran almacén de energía ki. El cultivo del hara, representa aprender a absorber, acumular y concentrar el ki; por tanto, despertarlo y aprender a desarrollarlo en la primera parte del proceso de canalización de energía. Uno de los métodos más sencillos de despertarlo en por medio de una sencilla meditación ýoguica taoísta denominada respiración hara.

Puede practicarse de pie, sentando, tumbado, o en una serie que abarque las tres posiciones. Se puede usar cualquier posición de las manos que resulte cómoda, siendo fundamental que tanto los brazos como el resto del cuerpo estén relajados.

Para saber más sobre posturas de meditación y relajación pueden consultar el artículo de este blog "Pautas básicas de la relajación", publicado en diciembre de 2015.

Ahora, en la posición que hayas escogido, cierra los ojos para evitar dirigir el ki al exterior o ser distraído, y comienza a respirar lentamente expandiendo el pecho. Nota como se expanden los espacios entre las costillas al inhalar y luego exhala todo el aire. Tras una par de minutos, comienza a respirar más profundamente, centrando la atención el el hara.

Ponlo en práctica:


En este proceso meditativo tan básico, observaremos inevitablemente cómo nos libreamos de las tensiones físicas y emocionales que nos han impedido la absorción completa y el uso, tanto de la respiración como del ki. Con este ejercicio de respiración podemos relajar la tensión de nuestros órganos internos, que pueden estar tan tensos como nuestra musculatura.

1. Inhalar por la nariz: apoya la punta de la lengua en el paladar (para conectar la parte forntal y trasera del canal central de energía) e inhala suavemente, contando hasta 5 e imaginando o visualizando como la energía o ki desciende con la respiración llenando el hara. Nota como los pulmones se expanden hacia abajo al descender el diafragma, y como el abdomen se eleva y se expande hacia fuera.

2. Sostener el aire: tras la inhalación, mantén el ki en el hara contando hasta 5 con lentitud, Esto permite que la energía concentrada en el hara se acumule y se caliente. No debes sentir tensión física durante esta parte del ejercicio, simplemente dirige tu atención al hara y mantenla imaginando al ki acumulándose y desarrollando este centro.
Si te resulta muy difícil mantener el aire, puedes acortar el tiempo a 2 ó 3, o incluso eliminar este paso del ejercicio, para incluirlo cuando hayas adquirido un cierto entrenamiento en la práctica de la respiración.

3. Exhalar por la boca contrayendo el hara: la atención debe seguir concentrada en el hara, como si la consciencia se estuviera trasladando de la cabeza hacia el bajo abdomen. Despega la lengua del paladar y exhala lenta y suavemente por la boca, contando mentalmente hasta 5, mientras que contraes el abdomen para exhalar completamente el aire.

Puedes colocar las manos sobre el punto del hara, para notar como suben y bajan las manos a medida que exhalas e inhalas, e incluso puedes llegar a percibir el calor sobre esta zona a medida que vas profundizando en la respiración.

Mantén un ritmo constante, sin dejar pausas entre la inspiración y la espiración; cuando hayas logrado alcanzar el ritmo, puedes dejar de contar mentalmente hasta cinco, si así lo deseas. Mantén esta meditación por el tiempo que estimes oportuno, aunque es recomendable practicarla entre 15 y 20 minutos, al menos dos veces a la semana.

Después de esta meditación uno se siente generalmente en paz y con una sensación de frescura y felicidad; sin embargo, es posible que tras las primeras meditaciones uno se sienta un poco intranquilo o incluso malhumorado. Esto se debe a que se está expulsando el ki estancado que estaba encerrado en la estructura física y cuando se libera se experimenta a un nivel más consciente, mientras que antes se experimentaba a un nivel más subconsciente.

Tanto la expulsión como el desarrollo son necesarios, no se puede crecer sin dejarse ir.